viernes, 5 de diciembre de 2008

Hungría y Roma

Ayer fui convidada a una fiesta de inauguración de piso (o habitación en una residencia en su defecto) de una amiga de clase.
Sí, mi madre tenía razón y poco a poco me he ido haciendo huequillo en el mundo bratislavo.

Una de las ventajas de mi carrera es que tengo todas mis clases con gente de la zona. Eslovacos, húngaros... que es por eso que no me echan una mano tan fácilmente como al grupo de 20 erasmus que estudian ADE y que en su clase están tan solo ellos.

Digo ventaja porque mis amistades no las limito a gente de erasmus, que eso es precisamente lo que me prometí a mí misma que no haría justo antes de aceptar esta beca.

Pues tan contenta me monto en el autobús dirección Mlyska Dolina, zona universitaria por excelencia en Bratislava.
y allí me junto con las niñas de mi clase, que no paran de reírse cuando suelto alguna tontería en eslovaco, o incluso cuando les digo "hola, qué tal?" en húngaro.

Brindamos con vino español etiquetado en eslovaco. Comimos especialidades de sus tierras, muy ricas, por cierto. Y me dijeron que les daría mucha pena cuando volviera de vuelta a españa en Junio, que ojalá me quedara un añito más con ellas.

Ay, qué monas.





Al llegar de vuelta a la residencia a las 12 de la noche, me encuentro con este cartel al salir del ascensor en nuestra planta:

Gente comiendo uvas, botellas de vino por todas partes, y romanos. Muchos romanos.
En 5 minutos me apañé, y me mezclé entre ellos.
Aquí nos podéis observar:










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